Mi madre fue una de esas personas que nunca cursó estudios universitarios. Sin embargo, era una persona muy inteligente, brillante y sabia. Me enseñó con el ejemplo y a través de toda su vida siempre estuvo presente en la mía. No necesitó de estudios universitarios para saber cómo enfrentar la vida, tomar decisiones y criar a sus hijos. Vivió una vida llena de sacrificios, pero no se rindió jamás. De ella aprendí a respetar, amar, trabajar, soñar, a tener fe y a creer. Ella, hace 22 años que fue a morar con el Señor, pero sus enseñanzas y recuerdos viven en mí para siempre. ¡Gracias Dios por mi madre! (Escrito por: Rita E. Rivera Aponte)