Había una vez...
Había una vez dos amigas que se encontraron tomando un café y una de ellas comenta en tono de queja a la otra; mi mamá me llama mucho por teléfono para pedirme que vaya a platicar con ella, o para pedirme que la lleve a tal lugar, o que vaya a comer a su casa. Yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser y de pedirme las cosas. Ya sabes como son los viejos, cuentan las mismas cosas una y otra vez. Además, tengo muchos compromisos. Yo, en cambio, le dijo su amiga, platico mucho con mi mamá. Cada vez que estoy triste,voy con ella; cuando me siento sola, cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y me siento mejor. Caramba, dice la amiga, eres mejor hija que yo. No lo creo, dice la amiga, soy igual que tú respondió con tristeza: visito a mi mamá en el cementerio. (Renuevo de Plenitud)