En la vida de todo ser humano siempre ha habido y habrá días amarillos y días grises. Cuando todo te sonríe, cuando gozas de salud, cuando todo marcha bien, cuando disfrutas tu trabajo, cuando amas y eres correspondido, cuando tienes a tu familia, cuando cuentas con amigos; esos son los días amarillos. Amarillos porque son brillantes como el sol, penetran hasta lo más profundo de tu alma y te hacen sentir vivo. Por otro lado, cuando sientes que no tienes fuerzas para luchar, cuando te sientes enfermo, cuando te sientes abandonado, cuando percibes que no eres amado, cuando te quedas sin trabajo y sin amigos, cuando perdiste a un ser muy amado; esos son los días grises. Grises porque no tienen color, te hacen sentir tristeza, melancolía, dolor y también penetran hasta lo más profundo de tu ser y te hacen sentir vacío. Por eso es que Dios siempre ha hecho provisión para nosotros, porque sabe que como seres humanos siempre vamos a tener de ambos días. Así que, Él se manifiesta