Un hombre con valores


Un rey buscaba en su reino el esposo ideal para su hija.  Debía ser un hombre con valores, no tenía que poseer riquezas materiales pero sí un espíritu noble y recto. Convocó a todos los jóvenes de su reino y entre ellos seleccionó a tres. A estos tres jóvenes les dio una semilla y les dijo: “Sembrad esta semilla en un tiesto y dentro de seis meses venid con el mismo ante mí.” Pasados los seis meses, los tres jóvenes regresaron ante el rey. Dos de ellos venían con unas flores hermosas en sus tiestos. Toda la gente admiraba la hermosura de esas flores y murmuraban entre sí por la osadía del tercer joven. El tercer joven no traía nada en su tiesto. El tiesto estaba con tierra, muy bien cuidada, pero no había flores en él. Entonces el rey recibió a los tres jóvenes, llamó a su hija y le dijo: “Hija mía, este es el hombre con quien debes casarte.  Es un hombre con valores.  Demostró su honestidad y valentía al venir frente a mí con el tiesto vacío. El rey se refería al tercer joven, al que traía el tiesto sin flores. Entonces el rey relató lo que había hecho cuando les dio las tres semillas hacía seis meses atrás. Él le había entregado semillas estériles a cada uno, o sea, ninguna de las tres debía florecer. Por lo tanto, el único que hizo lo correcto fue el tercer joven, los otros dos mintieron y cambiaron la semilla al ver que no florecía para impresionar al rey. Así que el tercer joven tuvo su recompensa por ser un hombre honesto, el rey le concedió a su hija en matrimonio.  (Relato escuchado en una emisora radial resaltando las cosas positivas)

“En todo lo que hagas, pon a Dios en primer lugar, y él te guiará, y coronará de éxitos tus esfuerzos.” (Proverbios 3:6)

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