Como un manso cordero

Él no llega a nosotros peleando ni forzando su entrada en nuestro corazón. Llega a nuestro corazón como un manso cordero, no como un león rugiente. (Caminata con El Salvador)

Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan. (Salmo 86:5)

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