El árbol de problemas
El carpintero que había contratado
para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer
día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de
trabajo y luego su antiguo camión se negó a arrancar. Mientras lo llevaba a casa, se sentó en
silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.
Mientras nos dirigíamos a la puerta,
se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas
con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente
transformación. Su bronceada cara estaba
plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su
esposa.
Posteriormente me acompañó hasta mi
automóvil. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté
acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
"Oh, ese es mi árbol de
problemas", contestó. Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el
trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi
esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche
cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez.
Lo divertido es, añadió sonriendo,
que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo
haber colgado la noche anterior...
(Renuevo de Plenitud)
“Por tanto, no os preocupéis por el
día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada
día sus propios problemas.” (Mateo 6:34)
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