Para reflexionar...


La impaciencia nos lleva a tomar atajos y a conformarnos con segundas alternativas. Además, puede robarnos oportunidades para madurar en nuestra fe.  La próxima vez que sientas que la impaciencia se está apoderando de ti, pregúntale a Dios: "¿Qué Tú quieres que aprenda mientras espero?"

"Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna." (Santiago 1:4)

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