Imagínate...


Imagínate por un instante que estás de pie, al lado de un lago en una montaña, con un cielo azul oscuro y el calor de los rayos del agua que comienzan a disipar la niebla del agua. En un momento así, el mundo parece dormir; hay una quietud natural que habla de pureza y fuerza. Lo mismo nos pasa a nosotros. En las primeras horas de la mañana estamos en nuestros momentos más puros y fuertes. Es entonces cuando le deberíamos pedir al Señor que nos mantenga así por el resto del día. (Desayuno con Dios)




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