Recientemente, luego de 50 años de trabajar para la misma institución, decidí acogerme a la jubilación. Fueron 50 años de satisfacciones y logros. Comencé en esta institución educativa con tan solo 22 años de edad. Hoy, a mis 72 años, siento una gran felicidad porque sé que dejé huellas positivas en mis alumnos a través de tantos años. Estoy segura de ello porque amaba mi trabajo, amaba a mis alumnos, fui leal a mi institución, respeté a mis colegas y siempre di lo mejor de mí. Fui muy responsable manteniéndome al día en conocimientos y destrezas para llevar a mis alumnos una educación de calidad. Pero lo más importante de todo es que siempre respete sus diferencias individuales y les ofrecí cariño a través de cada lección impartida. Gracias a todos por permitirme entrar a sus vidas a través de la enseñanza de materia y valores. Hoy, es un nuevo comienzo, emprendo nuevos caminos, sigo adelante con la ayuda de Dios.
En
“The
Grace of Living”, Stephen Olford presenta la historia de Peter
Miller, un pastor bautista que vivió durante la Guerra de la
Independencia estadounidense. Él vivía en Efrata, Pennsylvania, y era amigo de
George Washington. Michael Witman también vivía en Efrata. Era un malvado que
hacía todo lo posible para oponerse y humillar al pastor. Un día Michael Witman lo arrestaron por
traición y lo condenaron a muerte. Peter Miller viajó a pie más de cien
kilómetros para llegar a Filadelfia y pedir por la vida del traidor. No, Peter,
le dijo el general Washington, no puedo concederte la vida de tu amigo. ¡Mi
amigo!, exclamó el predicador Miller, este es el peor enemigo que tengo.
¿Qué?, exclamó Washington. ¿Tú caminaste más de ciento doce kilómetros para
salvar la vida de un enemigo? Esto pone el asunto bajo una luz diferente. Te
voy a conceder el perdón. Y lo hizo. Peter Miller llevó de regreso a
Michael Witman a Efrata…no como un enemigo, sino como un amigo. El ejemplo de Miller
de gracia y perdón fluyó de su conocimiento del sacrificio de Dios por la
humanidad. Debido a que Dios lo perdonó y sacrificó a su Hijo por él, Miller
encontró la gracia para sacrificarse por su enemigo. Aunque casi todos sabemos
que la gracia de Dios y su amor por nosotros es muy grande, algunas veces
tienen que recordarnos que su amor nunca falla, ¡aun cuando nosotros
fallemos! (Desayuno con Dios)
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