Escribir...
Escribir es un ejercicio maravilloso. Al escribir te transportas a un mundo mágico y único. Al escribir puedes plasmar tus pensamientos, ideas, opiniones, creencias, conocimientos o simplemente dar rienda suelta a tu imaginación y creatividad. En numerosas ocasiones, cuando escribes liberas tu alma de sentimientos o sensaciones. En otras, tienes la oportunidad de compartir información y cuando la imaginación te lleva a una dimensión donde puedes crear personajes y situaciones no reales pero con mensajes positivos, sientes que vale la pena escribir. Desde pequeña me ha gustado escribir. En muchas ocasiones escribía y luego rompía los papeles porque pensaba que se iban a reír de mí. Nunca dejé que alguien leyera lo que escribía y muchas historias de mi imaginación fueron a dar al zafacón. ¡Cuánto daría por tenerlas hoy conmigo! Los seres humanos le tememos mucho al ridículo y a la opinión de los demás. Creo que eso no es bueno, debemos ser nosotros mismos y atrevernos a decir lo que pensamos o simplemente dejar que nuestra imaginación despierte y escriba sobre esas historias y personajes que aunque parezcan cosa de locos son señales de nuestra creatividad. Hace algunos años tuve la oportunidad de ayudar a un colega y amigo en la preparación técnica de uno de sus libros de cuentos. Fue realizando este proyecto que la pasión por la escritura renació en mí. Además, para ese mismo tiempo me detectaron el cáncer así que decidí que era el momento de volver a escribir, no podía esperar ni un minuto más. Me liberé, dejé que la imaginación y creatividad resurgiera y comencé a escribir nuevamente. Durante este tiempo he escrito más de 15 cuentos cortos, poemas, reflexiones, historias, mi autobiografía y este Blog. No he parado de escribir y le pido a Dios las fuerzas y salud para continuar haciéndolo hasta los últimos días de mi vida. Te recomiendo que si tienes inclinación para escribir, lo hagas, no te detengas. Observa, analiza, piensa, escucha y comienza a escribir, te aseguro que no te arrepentirás. (Escrito por: Rita E. Rivera Aponte)
Porque tú comerás del fruto de tus manos. Serás feliz y el bien estará contigo. Salmo 128:2
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