Incluso en la tormenta



Si alguien en quien confiabas te ha herido, decide hoy liberar a esa persona. Suéltala. Dios es tu defensor. Él te cuida las espaldas. Refúgiate en Él. Recuerda que cuando lo alabas, incluso en la tormenta, tu enfoque vuelve a donde pertenece. ¡Alaba al Señor! ¡Él es tu defensor! (Gozo para tu alma)



Que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡qué canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre. (Salmo 5:11)

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