Encuentro significativo

Este pasado fin de semana estuve con mi hija Raquel en un velorio. Los velorios son tristes porque las personas están pasando por momentos difíciles, la pérdida de un ser querido no es nada fácil. Los rostros reflejan tristeza y el llanto es incontenible. Sin embargo, precisamente en esos momentos, mi hija tuvo un encuentro significativo. Se encontró con una joven universitaria a la cual ella le había dado clases en Kindergarten. El gozo y alegría de ambas, alumna y maestra, se reflejaba en ambos rostros. Comenzaron a hablar y hablar por largo rato, cada una contándose sus vidas desde que se habían dejado de ver. Lo más importante del momento es que ambas se recordaban una a otra con amor y respeto porque habían sido impactadas en esa relación de maestra/alumna. Cada una había dejado huellas memorables y positivas de mucho valor en su experiencia de enseñanza-aprendizaje a tan temprana edad. Mi hija comenzaba su carrera como maestra y la niña su vida escolar. ¿Por qué escribo sobre este tema? Me pareció un suceso tan impactante porque en medio de tanto dolor hubo un momento de felicidad. Pensé como Dios siempre provee aun en medio de las tormentas paz y fortaleza. La joven era nieta de la difunta, así que en esos momentos de encuentro con su maestra, olvidó por unos instantes el dolor por el cual estaba pasando. Por unos instantes sonrió y fue feliz recordando su experiencia significativa de la niñez junto a su querida maestra. ¡Dios es maravilloso! ¡A Él la gloria y honra! (Rita E. Rivera Aponte)


La vida cristiana nos da mucho; nos sentimos felices cuando nos damos cuenta de lo que tenemos (1ra Timoteo 6:6)

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