¡Qué alegría!

Cuando perdemos algo de mucho valor sentimental y finalmente lo encontramos la alegría que sentimos es enorme. Cuando buscamos algo porque creemos nos hará feliz y lo encontramos también nuestra alegría es inmensa. Cuando nos encontramos con un ser querido, ya sea familiar o amigo, nuestro corazón rebosa de alegría. Es que el hecho de encontrar lo que habíamos perdido hace que nuestra felicidad se note porque es un suceso importante para nosotros. Hace mucho tiempo buscaba la letra de una canción que hace años cantaba mi artista preferido. En estos días la encontré y lloré de la emoción porque esa canción tiene un significado especial para mí. Además de los coritos e himnos cristianos que nuestros niños escuchaban de pequeños, esta canción era un "hit". Por eso al encontrarla trajo a mi mente esos momentos tan bellos y alegres de la infancia de mis hijos, o sea, el dulce hogar. Tal vez todos no la recuerdan pues eran pequeños, pero estoy segura que los más grandecitos sí. La canción es: "Mi árbol y yo", en mi país la canta Danny Rivera pero hay versiones cantadas por Ricardo Arjona y Alberto Cortez. ¡Qué alegría encontrarla!


¿Sabes? Ese suceso me puso a meditar en el momento de encuentro con nuestro Dios. Si sentimos alegría por encontrar algo terrenal cuando encontramos el verdadero propósito de la vida entonces sí que nuestro corazón, nuestra alma, todo nuestro ser, vibra de felicidad y emoción. Nada se compara al momento de tener un encuentro personal con Dios. Y al final, cuando nos encontremos todos en las moradas celestiales todas las demás alegrías serán un granito de arena ante tanta Majestad y Poder de Nuestro Dios. ¡Qué alegría! (Rita E. Rivera Aponte)


Debieran buscar a Dios. En verdad, podrían buscarlo y encontrarlo, ya que no está lejos de cada uno de nosotros. (Hechos 17:27)

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