¡Qué maravilla!
Cuando nos sentimos cansados, agobiados por una carga o situación, tristes o preocupados; ¡qué bueno es tener un amigo con quien contar! Un amigo que te escuche, que te entienda, que no te juzgue, que se coloque en tus zapatos, que te haga reaccionar, que aún en tu silencio sepa lo que quieres decir, que te acepte tal cuál eres. Imagínate si nos sentimos felices y tranquilos con un amigo terrenal, cuán glorioso es contar con un amigo que tiene el poder de cambiarlo todo, de convertir nuestra tristeza en alegría, de caminar junto a nosotros, de estar siempre ahí y no abandonarnos. ¡Contemos con Jesús como nuestro amigo! ¡Él no nos fallará!
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