La Partida - Rita E. Rivera

El pasado fin de semana asistí a dos momentos de partida, uno de una persona conocida a quien llegué a respetar y apreciar mucho, otro de un familiar a quien le tenía un cariño muy especial. Ambas partidas fueron tristes y emotivas pero a la misma vez nos brindaron momentos para reflexionar y meditar sobre la vida terrenal y la vida eterna.
Cuando llega el momento de la partida, las palabras que se dicen son las que salen del alma. Cada persona evoca los momentos positivos y felices que vivió con esa persona. ¡Qué hermoso! Todo lo negativo queda atrás y se reconoce públicamente la aportación de ese ser a la sociedad, a su familia, a los amigos, a todo el que le conoció.
¡Qué glorioso! Cuando sabemos que esa persona tuvo la oportunidad de aceptar a Jesucristo como su Salvador y Redentor, de manera que estamos en la seguridad de que está morando con Él en la eternidad. Las partidas son tristes pero cuando tenemos esa seguridad de salvación, se convierten en momentos de celebración por la vida eterna que sabemos ese ser querido disfruta.
Dios no nos dará más de lo que podemos soportar, así está escrito en su Palabra. Él estará siempre ahí para sostenernos y guiarnos hasta que llegue el momento de nuestra partida.

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