Historia obtenida del libro "No desperdicie su vida"

En abril de 2002 Ruby Eliason y Laura Edwards murieron en Camerún, al oeste de África. Ruby tenía más de ochenta años. Fue soltera toda su vida, pero toda su pasión estaba volcada en una sola cosa: hacer que los pobres, los enfermos y los más alejados del mundo conocieran a Jesucristo. Laura era médica, viuda y tenía casi ochenta años. Servía junto a Ruby en Camerún. Fallaron los frenos de su automóvil y cayeron por un precipicio. Ambas murieron al instante. Le pregunté a mi congregación: ¿Fue una tragedia? Dos vidas, encendidas por una pasión, la de vivir silenciosamente sirviendo a los pobres para la gloria de Jesucristo, al tiempo que la mayoría de sus coétanos ya disfrutaban desde hacía más de veinte años de descanso después de retirarse. No, eso no es una tragedia. Es una gloria. Esas vidas no se desperdiciaron. Y esas vidas no se perdieron. (John Piper)

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